Los meta puntos de vista de Lourdes Grobet, o el punto y apARTE de una nueva gramática de los acontecimientos

Como punto de partida nos encontramos en un espacio vacío con media tonelada de pequeños instantes de colores. Es una manifiestación artística que está a punto de extender los alcances que se pueden dar en un sitio o lugar determinado, en este caso la Galería José María Velasco en Tepito City. Si consideramos a este lugar como un espacio donde se suelen dar diversos puntos de encuentro, Lourdes Grobet está a punto de dar otro sentido a miles de círculos ordinarios de pequeñas dimensiones. Aunque perceptibles en su pequeña magnitud e indiferencia, estos pequeños puntos de colores son génesis de congruencias formales y visiones coherentes en determinadas resoluciones. Tampoco son sólo celebración, fiesta o carnaval. Estos pedacitos de papel de varios colores, en la teoría del arte y la producción de imágenes son la estructura de lo reconocible y el punto de consolidación de varios movimientos pictóricos.

Fue hasta finales del siglo XIX, que los artistas neoimpresionistas franceses George Seurat y Paul Signac, encabezaron un estilo que planteaba la creación de un dibujo mediante el uso exclusivo de puntos o la creación de una pintura depositando puntualmente sólo colores puros en vez de pinceladas sobre la tela. Conocido como Puntillismo desde un lugar popular, y como Divisionismo desde el lugar de los artistas mismos, no fue el único estilo en dar al punto una importancia. A principios del siglo XX, uno de los padres del arte abstracto en Occidente, el ruso Wassily Kandinsky, en su percepción, consideró que el punto es el puente esencial, único, entre palabra y silencio y éste mismo pasó a ser motivo central en sus pinturas abstractas. El pintor y dibujante suizo Paul Klee, examinaba como la línea es un punto que va proyectándose sucesivamente. Los constructivistas rusos también consolidaron con el punto un medio de expresión concreto con valores abstractos y conceptuales por tratarlos como formas inteligentes con otras referencias puntuales. En esta obra concebida por Lourdes Grobet, también están los espíritus ventilados del action pointing de Jackson Pollock, y el punto de encaje con las imágenes a otra escala de los comics point de Roy Lichtenstein, más los puntos de fusión que se puedan dar con la obra de otros artistas o estilos que por cuestiones de espacio no es posible mencionar.

Pero aquí, en esta zona creada por Lourdes Grobet, el puntillismo ya no es un movimiento pictórico, pero sí, muchos puntos de colores en movimiento artístico. Esta instalación en movimiento es una sinergia de entes abstractos o conceptos primarios que al sumarse en desorden, nos sucede en admiración y asombro.

Condicionados por una energía mecánica, punto a punto, Grobet nos teje lo sustancial de la forma con la ayuda de elementos sin anchura, ni profundidad. Con los orígenes de la línea, y puros conceptos básicos, nos entreteje un arcoíris informe. Todos ellos, como si fueran puntos inestables haciendo una acupuntura del desorden.

Punto a punto, Lourdes trama en nuestra imaginación un nuevo debate sobre la congruencia de lo inestable y la incongruencia de las formas concretas. Descompone con sus mínimas partes el sentido de las figuras y los aspectos, con la ayuda de espacios mínimos de significación que establecen nuevas rutas de relación.

Estamos en frente de una celebración estética. Aunque a los puntos de Lourdes, se los lleve el viento.

 

Punto y aparte
César Martínez